En una de las aventuras de Astérix, titulada La Cizaña, Uderzo y Goscinny crearon un personaje absolutamente despreciable al que bautizaron como Caius Detritus, aunque en alguna edición más moderna creo recordar que le habían modificado el nombre y aparecía como Perfectus Detritus. El caso es que el tal Detritus era, en el cómic, un enviado de César a la aldea gala que tenía como objetivo sembrar la discordia entre sus habitantes para quebrar la unidad de éstos y hacer, de esa forma, que se resquebrajase su resistencia. Al margen de la gran semejanza física entre el chota analfabeto y este siniestro romano, que como podéis apreciar es innegable, aunque el sujeto del dibujo no posee una mirada tan repeléntemente estrábica, ni hace gala de tan acusada alopecia tiñosa como el tipo de la foto, donde más concomitancias se pueden encontrar es, sin embargo, en lo referente a su catadura moral. Era Caius o Perfectus, da lo mismo, un indeseable correveidile, amén de un redomado embustero y un consumado difamador, sin el más mínimo escrúpulo, carente de principios y sin el más remoto atisbo de ética, para el que todo valía con tal de conseguir sus fines. ¿También chantajista y extorsionador?. No lo sé, hace mucho tiempo que releí por última vez ese álbum y no recuerdo con exactitud todas las características de este miserable, aunque es muy posible que lo fuese. Sí que recuerdo que al final las cosas no terminaron de rodarle bien al repugnante Detritus, que cargado de cadenas, a bordo de una galera, fue enviado de vuelta a Roma, y que su destino fue un calabozo del Coliseo donde aguardó hasta el momento en que fue arrojado a los leones. Hablamos, evidentemente, de un cómic que, además, se desarrollaba en otros tiempos menos civilizados, pero los canallas de antes y de ahora suelen ser bastante parecidos y a la corta o a larga suelen terminar, en la ficción y en la realidad, pagando por sus fechorías.
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