Sigue en su línea la repulsiva basura humana y como respuesta a Proyecciones (IV) escribe (aunque éso sea sólo un eufemismo) un post en el que se supera en el uso y abuso de la verborrea vacua y carente de contenido donde, como siempre, no aporta absolutamente nada que se salga de su palabra, tan inconsistente como falta de toda credibilidad. Voy a fragmentar el insoportable post, tanto por su forma como por su fondo. para esta vez dar respuesta párrafo por párrafo, a ver si poco a poco va pillando, en vista de que cuando se le contesta globalmente su impresionante analfabetismo personal parece que se lo impide.
Yo no he vuelto a abrir ningún grifo. Para abrir algo lo primero que hay que tener en cuenta es que ese algo debe estar cerrado. He dicho ya en varias ocasiones que, además, no se trata de insultos sino de adjetivos “ad hoc” que califican con escrupulosa exactitud algunos rasgos sobresalientes de la repugnante personalidad de este sujeto. No entro a comentar la estupidez referente a las supuestas órdenes de Opsen porque no merece la pena y me importa un auténtico carajo lo que al respecto pueda creer un subnormal profundo. El que sigue amenazando de boquilla, dando a entender que puede hablar de algo inexistente como el manido tema del conservatorio, el violonchelo y quién lo tocaba, es este impresentable que continúa sin enterarse que no hay nada que pueda establecer relación laboral o profesional alguna entre la persona a la que intenta difamar y el citado Conservatorio de Ámsterdam. Es seguir, como de costumbre, tirando la piedra y escondiendo la mano, algo que suelen hacer los cobardes como este tipejo, escribir en hueco y en vacío y vender humo. Por otra parte, en el galimatías de este primer párrafo donde los sujetos y los predicados parece que celebran una singular ceremonia de la confusión, es difícil averiguar si el que se debe mortificar es Marcelo o me corresponde a mí, y si es él o soy yo quien cada vez da más datos de que ha reincidido.
¿Qué consuecuencias?. ¿Quién las teme?. Pero da lo mismo; por la boca muere el pez. Ahora repliega velas y reconoce que los pantallazos pueden llegar a existir, algo que ha negado hasta ese momento. Es obvio, pinchando sus enlaces te das de bruces con ellos en la red. Pero enseguida se le vuelve a ir la pinza para decir que estarán escritos por amanuenses del pinochetismo, que se supone que inventan en revistas y otras publicaciones conciertos de la Orquesta Sinfónica de Chile que nunca se dieron, o que si tuvieron lugar fueron dirigidos por otra persona diferente al Maestro Fortín. ¿Pretende, en serio, que nadie pueda a llegar a creerse tan ridícula como disparatada teoría? Incide en la posibilidad de que los dichosos pantallazos sean una falsificación realizada por Opsen, pero no explica cómo se puede llegar a falsificar algo que está colgado en Internet hace una década, -evidentemente no puede hacerlo, porque es imposible- y para reforzar su delirante aserto se inventa unas supuestos correos electrónicos falsificados por éste en un foro taurino. ¿Cómo se falsifica un E-mail?. Porque, que yo sepa, los datos del remitente no son manipulables. ¿Se refiere a que Marcelo pudo escribir un texto y mandarlo firmado con su nombre?. En ese supuesto los que lo recibieron tuvieron que observar que la dirección de correo electrónico no se correspondía con la firma, ¿por qué no lo denunciaron?. En cualquier caso, ¿puede demostrar algo de lo que dice?. Patrañas, mentiras, calumnias y ni un solo argumento ante unos pantallazos que sí son argumentos y pruebas concluyentes.
Para empezar, ¿cómo puede hablar de superioridad intelectual a nadie un pobre fulano analfabeto capaz de en escasas líneas definirse perfectamente en ese plano?. Como, como, como, como, (¡joder!, que es un muerto de hambre ya lo sabemos pero lo que ignorábamos es que la obsesión y la necesidad pueden conducir a semejante fijación), pero, pero, pero (pero que dominio del del lenguaje, ¡santo cielo!) del que el que (curiosa y elegante construcción, posiblemente sólo al alcance de los grandes genios innovadores del idioma) o que sea prácticamente imposible tratar de interpretar lo que se cierra entre corchetes, son simples ejemplos de la enorme talla intelectual de esta puñetera escoria. En cuanto al tema de la otra talla, la física, sigo diciendo lo mismo que en la entrada anterior: los prácticamente dos metros de Marcelo Fortín, al que las últimas veces que le he visto no le he apreciado ningún síntoma de estar fofo, ser blando como la mantequilla, ni he apreciado sudoración alguna en sus manos, contrastan con las informaciones de quien conocen al reventa psicópata que coinciden en definirlo como una rechoncha y achaparrada bola de sebo, al que no me han comentado si le sudan las manos, pero sí que es incapaz de cortar una rebanada de pan sin que le entre el tembleque. Cualquier persona medianamente normal, sin entrar ni salir en las absurdas disquisiciones sobre la violencia en las que trata de justificarse el repelente individuo de horrenda y estrábica mirada, puede sacar sus consecuencias.
Hoy han salido a relucir los tres primeros fragmentos. Quedan siete para seguir divirtiéndonos a costa de este triste bufón, un chota repelente, que, cada vez más a la desesperada, se ha empeñado en demostrar como alguien puede perder la dignidad hasta límites absolutamente insospechados.
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